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Tuesday, October 15, 2024

WADE DAVIS: LA CULTURA NO ES TRIVIAL

 





INTRODUCCIÓN:  (ALGUNAS PALABRAS MÍAS QUE ESCRIBÍ EN UN CORREO)

De nuevo, Filipinas ha sido la punta de lanza del imperialismo norteamericano (bueno, Cuba también pero los gringos no se la pudieron del todo con ellos, sigo creyendo que tiren toda la mierda que quieran a Castro, da lo mismo, eso tuvo que pasar, y el Ché fue parte de ese fenómeno que en realidad José Martí inició).

Pero para mí Filipinas ha sido el Hiroshima/Nagasaki de la decadencia y desmoronamiento final del imperio español.  Fue un escombro que tiraron por la orilla del camino y nos quedamos allí como vegetales inertes.

Sin embargo, nosotros también somos seres humanos con nuestra cultura e historia e idiomas.

Descubrí las palabras de un antropólogo estadounidense ayer, y coloqué unas palabras que transcribí de su charla en mi blog, acá están en español:

Del vídeo titulado «Wade Davis on Humans» (Wade Davis sobre los humanos)



WIKIPEDIA:   Edmund Wade Davis CM (nacido el 14 de diciembre de 1953) es un antropólogo cultural, etnobotánico, fotógrafo y escritor canadiense.

Davis saltó a la fama con su exitoso libro de 1985 The Serpent and the Rainbow (La serpiente y el arco iris) sobre los zombis de Haití. Es profesor de antropología y titular de la Cátedra de Culturas y Ecosistemas en Peligro de la Universidad de Columbia Británica.




Una de las cosas más importantes que la gente no entiende es que se habla tanto de la pérdida biológica y la gente se olvida de la pérdida de las lenguas.  Esta es mi misión.

La gente olvida que, con toda nuestra preocupación por la erosión de la diversidad biológica, olvidamos que hay un proceso paralelo de pérdida, que es la erosión de nuestro propio legado humano.

 La erosión de lo que podríamos llamar «la etnosfera». Y se podría definir la etnosfera, la esfera cultural o social, como una red de vida que envuelve el planeta y que es la suma total de todos los pensamientos y sueños, ideas y mitos, intuiciones e inspiraciones engendradas por la imaginación humana desde los albores de la conciencia. La etnosfera es el gran legado de la humanidad, es un símbolo de todo lo que hemos logrado y la promesa de todo lo que podemos lograr como especie salvajemente creativa e innovadora.  Y del mismo modo que la biosfera se está viendo gravemente erosionada por la pérdida de hábitats y la concomitante pérdida de vida vegetal y animal, también lo está la etnosfera, pero, en todo caso, a un ritmo mucho mayor.


Ningún biólogo diría que el 50% de todas las formas de vida están al borde de la extinción, porque sencillamente no es cierto. Y sin embargo, ese, el escenario más apocalíptico en el ámbito de la diversidad biológica, apenas se acerca a lo que sabemos que es el escenario más optimista en el ámbito de la diversidad cultural, y el gran indicador de ello es la pérdida de lenguas.

 
Cuando usted nació, se hablaban 6.000 lenguas en la Tierra. Ahora bien, una lengua no es sólo gramática y vocabulario: es un destello del espíritu humano. Y de esas 6.000 lenguas, hoy en día, la mitad no se enseñan a los niños, lo que significa que, efectivamente, están en vías de extinción.

 
Piensen en lo que eso significa.  Significa, por definición científica, que en una o dos generaciones estamos perdiendo la mitad de la sabiduría acumulada de la humanidad, el conocimiento del espíritu, las intuiciones sobre la naturaleza de la vida, las relaciones con el mundo natural. La mitad del repertorio de la humanidad se escapa en una generación.

 
Hay mucha gente que dice, espera un momento, ¿no sería el mundo un lugar mejor si todos habláramos una misma lengua, no se facilitaría la comunicación, no nos sería más fácil llevarnos bien? Y mi respuesta siempre es: «Qué gran idea. Pero hagamos que esa lengua sea yoorban, hagamos que sea haida, hagamos que sea tibetano, hagamos que sea quechua, guaraní». Y, sabes, de repente empiezas a sentir, hablante nativo de inglés, lo que sería estar envuelto en el silencio, no tener forma de transmitir la sabiduría de tus antepasados ni de anticipar la promesa de tus descendientes.  Y, sin embargo, esa terrible situación es, de hecho, la situación de alguien, en algún lugar, aproximadamente cada quince días, porque, de media, cada dos semanas muere algún anciano y se lleva consigo a la tumba las últimas sílabas de la lengua antigua.

 

Y esto es algo muy vital y esencial de entender, porque las mismas fuerzas que están afectando a la diversidad cultural están afectando a la diversidad biológica.

 
Cuando pensamos en la cultura, pensamos que, de alguna manera, estos pueblos son pintorescos y coloridos, pero intentos fallidos de ser modernos, destinados a desvanecerse.  Como si no pudieran seguir el ritmo del cambio.  Pues bien, el cambio es la única constante de la historia.   Todos los pueblos, en todos los valles, han danzado siempre con nuevas posibilidades de vida. El cambio no es una amenaza para la cultura, como tampoco lo es la tecnología.  Es decir, los sioux lakota no dejaron de ser lakota cuando abandonaron el arco y la flecha en favor del rifle, del mismo modo que el granjero americano no dejó de ser americano cuando abandonó el caballo y el buggy en favor del automóvil. No es el cambio ni la tecnología lo que amenaza la integridad de la cultura: es el poder.  Es la cruda realidad de la dominación.

 En todos los casos, no se trata de sociedades frágiles y quebradizas destinadas a desaparecer, como tampoco lo están los bosques en los que viven. Se trata de pueblos dinámicos y vivos que están siendo expulsados de la existencia por fuerzas identificables. Y las mismas fuerzas que afectan a las culturas, las decisiones industriales atroces, las intrusiones que son biológicamente insostenibles, las entidades de enfermedad, la fuerza ideológica de las ideas políticas o industriales --- todas estas fuerzas que barren el planeta son las fuerzas creadas por los seres humanos. Y si los seres humanos somos la fuente del problema, podemos ser la base de la solución.

 Creo que uno de los problemas de olvidar que nosotros mismos somos una cultura, es que olvidamos que, cuando proyectamos por el mundo, digamos, un sistema económico, llamémoslo globalización o lo que sea, lo presentamos como si fuera la ola inexorable de la historia, en lugar de lo que es: un medio de organizar la actividad económica que surgió de nuestra propia forma particular de linaje cultural.  Y lo proyectamos al exterior con la suposición de que, si la gente se lo cree de alguna manera, alcanzarán mágicamente nuestro nivel de prosperidad.


Bueno, como dice E.R. Wilson, sólo en el nivel de consumo de energía, se necesitarían cuatro planetas Tierra para soportar el consumo de energía per cápita que disfrutamos en Estados Unidos, y eso no va a suceder.  Lo que sí ocurre es que, atraídos por el encanto de lo moderno, coaccionados, seducidos, la gente da la espalda a su pasado, esperando quizá alcanzar nuestro nivel de opulencia, pero invariablemente sólo se aseguran un lugar en el peldaño más bajo de una escalera económica que no va a ninguna parte.

 Y si algo enseña la historia, y la antropología en particular, es que la cultura no es trivial.  La cultura no son plumas y cascabeles. La cultura es el manto de valores éticos y morales, (es lo que se podría llamar ) la aislación del individuo que nos permite
 mantenemos a raya el corazón bárbaro que la historia nos enseña yace justo bajo la superficie de los vivos.


Es la cultura la que nos permite encontrar sentido a la sensación, encontrar orden en un universo que puede no tenerlo, es la cultura la que nos permite hacer lo que Lincoln nos pidió que hiciéramos, buscar siempre los mejores ángeles de nuestra naturaleza. Y si quieres saber qué pasa cuando se pierde la cultura, y sin embargo la sombra, el individuo sobrevive, una especie de... sombra de lo que fue, ya sabes, a la deriva de los cimientos y el confort de la tradición, pero enfrentándose a un futuro incierto, de caos económico, sólo tienes que mirar a Mogadiscio [Somalia], sólo tienes que mirar a Sendero Luminoso a las puertas de Lima [Perú], a los maoístas a las puertas de Katmandú, el caos de lugares como el África Occidental Ecuatorial... de repente ves que la cultura no es trivial, y el mantenimiento tanto de la integridad de la cultura como de la integridad de los sistemas ecológicos de los que dependen las culturas, no es una cuestión de nostalgia romántica, no es... es una cuestión de supervivencia geopolítica.



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